Preparación: De víspera, pelar y limpiar la liebre, dejando a parte el hígado sin hiel y el corazón
con la sangre que tenga. Partirla en trozos y ponerlos a macerar en la cazuela donde
se va a guisar, con vinagre, sal, cebolla en trozos grandes, zanahoria, ajos, tomillo,
pimienta y vino tinto. Al día siguiente se sacan los trozos de liebre y se secan con un
trapo seco. En una sartén con aceite se fríen trozos de tocino gordo y dos rebanadas
de pan hasta que estén casi “a la negrita”. Se retira el pan y el tocino de la sartén y se
reserva. En esa misma sartén se fríen los trozos de liebre, una vez harinados. Se pasa
la liebre frita a la cazuela y se añade el aceite de la fritura. En el caso de que haya
poco jugo, se puede añadir caldo de carne. Una vez cocidos, se retiran los trozos de
liebre y se pasa la salsa por el presa-purés, añadiendo la pasta que se obtiene machacando
en el mortero el corazón y el hígado de la liebre y el pan frito. En la cazuela se
depositan los trozos de liebre, la salsa obtenida, el chocolate rallado y el coñac quemado
y se pone a hervir a fuego lento hasta que la liebre esté tierna. Opcionalmente
pueden freirse unas patatas para añadir a la cazuela a última hora. Sacar en una fuente
y servir ¡BUEN PROVECHO!
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